domingo, 28 de agosto de 2016

EL NOVIO DE POCAHONTAS ERA SEVILLANO

EL NOVIO DE LA INDIA POCAHONTAS

ERA DE SEVILLA

 
Juan Ortiz era un joven de menos de 18 años que se alistó a la expedición a Florida de Pánfilo de Narváez. Pánfilo era sin duda un hombre valiente, pero demasiado impulsivo, con raptos de fueria y crueldad, y con rasgos psicopáticos. Su carrera como conquistador hizo aguas cuando el gobernador Velázquez le mandó a México a quitarle el mando a Hernán Cortes en 1520. A pesar de contar con más tropas, aquel fue derrotado por Cortes en Cempoala, y un piquero le sacó un ojo. Para colmo, el grueso de su expedición no sufrió daños y se pasó en bloque al lado de Hernán Cortes, de modo que el dicho "ser un pánfilo"  se convirtió en un clásico del castellano a costa de su persona.
 
De nuevo y tras ser nombrado Adelantado de Florida, Pánfilo llegó a Tampa Bay con 400 hombres y cinco barcos en 1528. Pero al poco tiempo la expedición desapareció y no volvió a tener noticias de ella. Muy preocupada su esposa, María Valenzuel,a que vivía en Cuba, organizó una expedición para intentar socorrer o saber el paradero de su marido.
Juan Ortiz de origen hispalenses, posiblemente se alistaría en esta expedición ya viviendo en Cuba.
La expedición formada por un bergantín y 20 o 30 soldados y marineros llegó a la costa de Florida donde vislumbraron en la zona en la que Narváez había desembarcado una caña clavada en la arena con un papel y una inscripción.
Los españoles desde el barco pidieron a cuatro o cinco indios que les acercaran el mensaje de la caña ya que creían que serían instrucciones del desparecido Narváez, pero los indios se negaron. Juan Ortiz fue el único que se atrevió a desembarcar y coger la nota. Es entonces cuando Juan Ortiz horrorizado, descubrió el destino de Pánfilo de Narváez y la suerte que a él le esperaba, ya que la nota era una trampa del cacique de los indios. Al parecer, Narváez humillado años antes por Hernán Cortés pretendía resarcir su reputación obteniendo más oro que el que obtuvo Cortés de los aztecas, con lo cual tras descubrir Florida su obsesión se convirtió en la búsqueda de materiales preciosos, que nunca halló, ya que la Florida es una tierra pobre en metales preciosos. Furioso por su mala fortuna mandó cortar la nariz al cacique amigo Irrihigua, despedazó a su madre delante de él y la arrojó a sus perros de guerra.
 
 
 
Juan Ortiz desconocía esta historia y al caer en manos del cacique su peor suerte estaba echada. Para colmo de males, Irrihigua pensó que era hijo de Narváez, lo que se deduce que Ortiz debía de ser rubio oscuro o pelirrojo, como su supuesto padre. Ortiz fue atado con las manos y pies separados sobre una especie de balsa o tablazón de madera, y debajo de ella hicieron un fuego para quemarlo vivo a fuego lento como una barbacoa. Sin embargo, la juventud de Ortiz, su belleza y sobre todo sus gritos, debieron conmover a una de las hija, Ulele que rogó a su padre que le perdonara la vida.
 
Así fue, pero sirvió a Irihigua durantes tres años, pero este acosado por una tribu rival, decidió finalmente sacrificar a Juan Ortiz a los dioses para obtener su favor en la guerra.  Entonces Ulele, la hija del cacique, de nuevo acudió en auxilio del andaluz. Le avisó de que su padre planeaba matarle, de modo que le ayudó a escapar al poblado vecino, donde el cacique rival, Mocoso, lo acogió con los brazos abierto.
 
 
 
Sobre la relación entre Ulele y Ortiz existen varias versiones, ya que según algunos, Ulele estaba prometida a Mocoso y el padre de la india prohibiría que se casara con éste.
Sin embargo, según otras fuentes era Mocoso el enamorado de Ulele, y ésta prometió casarse con él si daba acogida a Ortiz. De Ulele, las fuentes no vuelven a contarnos nada.
 
 
En todo caso, Ortiz cubrió todo su cuerpo de tatuajes y se convirtió en un indio más bajo Mocoso, que debió apreciarle sinceramente ya que cuando años más tarde le llegaron rumores de la presencia de más españoles en la costa, el cacique le dio permiso para ir en su busca, y además le dio nueve indios para su servicio.  Efectivamente, en 1539 llegó a Tampa la expedición de Hernando de Soto, en busca del mito de la Siete Ciudades de Cíbola.  Juan Ortiz se acercó a ellos y un soldado estuvo a punto de matarlo, hasta que empezó  a santiguarse y balbucear "¡Sevilla, Sevilla!", ya que el pobre español tras nueve años, había prácticamente olvidado el castellano. De Soto, alucinado escuchó la historia de Juan Ortiz, y le dio caballo y armadura para que se uniera en calidad de intérprete en su expedición.  De Soto avanzaría por medio Estados Unidos con Ortiz, descubriendo el Mississipi y llegando hasta Arkansas donde tristremente, ambos murieron.

 

 
 
La increíble historia de este sevillano no sé perdió ya que un caballero portugués sobrevivió  a la expedición y recogío su relato, llegando a publicarlo en 1557 bajo el seudónimo del caballero de Elvas, siendo traducido al inglés en 1605 por Richard Hakluyt. Otra versión de esta historia la recogió posteriormente el inca Garcilaso de la Vega en 1601.
 
En 1606, el capitán John Smith se unió a la recientemente creada Compañía de Virginia, que, bajo autorización del rey de Inglaterra y Escocia pretendía establecer una colonia permanente en Virginia.  sin duda, Smith era un personaje muy conflictivo con varias disputas con colonos durante el viaje.  Sin embargo, una vez llegados a su destino en 1607, cuando abrieron una caja sellada con instrucciones de la Compañía, descubrieron con estupor que John era uno delos  siete elegidos para comandar la expedición. Los colonos fundaron entonces Jamestown, en honor al rey Jacobo I, el primer establecimiento permanente inglés en América.

 
 
Los indios locales no estaban contentos con la llegada de los colonos que sólo producían conflictos y no querían trabajar, y además de acosarlos.  John  Smith se puso al frente de esta situación convulsa y puso a los colonos en su sitio, prohibiendo comer a aquellos que se negaran a trabajar y entregó lotes de tierra a cada uno de ellos como propiedad privada para que éstos se esforzaran para darle rendimiento. En cuanto a los nativos, intento llegar a algún acuerdo para lograr una alianza pacífica pero cayó prisionero ya herido de una comunidad de indios cuyo jefe era Powhatan. Este ordenó que lo asearan para que en un ritual de lapidación le dieran muerte.  De repente, la hija del jefe llamada Mataoka, se acercó corriendo para evitar que esto ocurriera y salvarle la vida.  El apodo de Mataoka era Pocahontas "la niña que nunca se encuentra por estar siempre jugando".  La relación entre Smith y esta india no que clara, ya que él tuvo en 1609 un accidente con una bolsa de póvora que casi le voló la pierna y partió a Inglaterra para curarse y ya nunca volver.  En su ausencia, el colono John Rolfe descubrió que en Virginia se podía plantar tabaco, de modo que, con la exportación a Europa, la colonia se salvó y prosperó.  De hecho, Pocahontas acabó casándose con Rolfe y convirtiéndose al cristianismo con el nombre de Rebecca.  En 1616 partió a Inglaterra con su marido para pedir ayuda a la corona para los colonos, y se quedó estupefacta cuando encontró a John Smith en su país, ya que le dijeron que éste había muerto. Pocahontas no vivió mucho más ya que murió de neumonía quedando enterrada en Gravesend.